martes, 29 de octubre de 2013

Una visión positiva de la sexualidad

Es verdad que la sexualidad es una cosa seria, pero eso no quita que se viva de forma relajada. Una sexualidad plena es parte de una vida saludable y feliz.

Tener una visión positiva de la sexualidad implica eliminar muchos prejuicios que están presentes en la sociedad, desmitificar un montón de acciones y permitirse disfrutar. Estas cosas nos oprimen, hacen que nos preguntemos si nuestro cuerpo y nuestros sentimientos son “correctos” o “normales”, nos generan miedos y despiertan motivos de angustia.

Para vivir placenteramente nuestra sexualidad si debemos aprender a verla como un aspecto positivo, aprender a querernos, y respetarnos a nosotros mismos y nuestros pares. Debemos conocernos, cuidarnos y evaluar las normas sociales a seguir y a cambiar.

En lo que respecta a la educación de l@s más pequeñ@s, educar una sexualidad positiva significa principalmente motivar a los aspectos positivos de la misma. Es decir hacer énfasis en lo bueno, ya que aunque hay muchas cosas que atender y cuidar con atención (cómo la higiene genital), y otras que están “prohibidas” socialmente (como la desnudez), no son estrictamente cosas mala, ni deberían asustar a nadie.La sexualidad más bien, debería tomarse como una dimensión positiva de la vida. La sexualidad tiene muchos aspectos positivos, podemos destacar: el cuerpo y sus movimientos, el bienestar del mismo, los vínculos afectivos de familia, amigos y parejas.

Muchas veces caemos en la visión negativa cuando evadimos las preguntas de l@s niñ@s -cualquiera sea la pregunta en relación...¿De dónde salen los bebés?, ¿Me puedo casar contigo?, ¿Por qué mis genitales son distintos a los de las niñas/los niños?, etc.. Aunque no lo hagamos a propósito, desviando su atención les transmitimos el mensaje de que algo en sus preguntas está mal o prohibido y que estos temas deberían ser reprimidos. Otra forma común de transmitir un valor negativo es cuando sobre-reaccionamos en algunas situaciones, como ponernos muy colorados y no saber que decir, saltar del sillón para apagar la televisión en una escena obscena tirando todo lo que hay a nuestro paso, e incluso cuando gesticulamos. de forma diferente a la habitual.









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