Acompañar a nuestr@s hij@s en el proceso de construcción de una
identidad propia es muy importante. Como ya lo he mencionado en otras notas, la
influencia de nuestras palabras y actitudes sirvan simplemente como un estímulo
a ser transformado por el otro a su modo, teniendo como base su propia matriz y
experiencias.
Apoyar el proceso de desarrollo implica involucrarse al máximo en la
crianza. Estar pendientes del aprendizaje de la rutina, y de la incorporación
de nueva información. Saber que de muchas maneras estamos transmitiendo
mensajes, por eso elegir de forma consciente: los paseos familiares, las
películas de los fines de semana, los libros de la biblioteca de el/la niñ@,
los temas de conversación durante las comidas, etcétera. Incluso en temas
relativos a la sexualidad.
Es propio de l@s adult@s ver al bebé, o a el/la niñ@ en la primera
infancia tal como son en el momento, o imaginarnos como serían de adultos, tal
vez cuando sean padres y madres. Pero no nos hacemos la imagen del proceso que
los llevará a su vida adulta. Tal vez porque no queremos verlo, porque la
adolescencia es un período en el que se cometen muchos errores, y se toman
muchas decisiones.
Un aspecto que me gustaría destacar es que deberíamos aceptar que para
que nuestr@s hij@s sean algún día padres, van a tener que iniciarse sexualmente
en algún momento de su vida. Para que esto se dé de forma saludable, y el
individuo tenga la información necesaria para que pueda desarrollar su vida
sexual adulta de forma saludable, es necesario que nos aseguremos que poco a
poco incorpora la misma durante su crecimiento.Si pensamos hablar de estos
temas en la adolescencia, tal vez estemos dando tiempo a que otra fuente de
información “llegue” antes que nosotros, y tal vez no sea la información
adecuada.
¿En qué oportunidades les parece que puede introducirse el universo
reproductivo al diálogo con un/a niñ@ preescolar?
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