Me gustaría hablar hoy de la situación súper incómoda: cuando l@s niñ@s
ven a su padre y su madre (o a otros adult@s), teniendo relaciones sexuales.
Esto es algo que debemos intentar evitar, ya que las relaciones sexuales
eróticas corresponden –o deberían hacerlo- exclusivamente al mundo adulto.
Mantener este tipo de orden en el hogar (o espacio físico que habite la
familia), es responsabilidad de l@s adultos e implica un cierto compromiso por
respetar espacios y tiempos apropiados.
Es saludable incluso mantener las relaciones sexuales en la intimidad de
una pareja incluso cuando l@s hij@s ya son mayores y comprenden la situación:
por un lado para mantener la privacidad y por otro por una convención social
que esconde las relaciones sexuales de los progenitores incluso en la adultez.
Aun teniendo ciertas precauciones y cuidados, la situación incómoda que
antes mencioné, puede suceder como imprevisto. En este caso, no debemos
alarmarnos. Si lo hacemos transformaremos una situación incómoda, en una
traumática y revuelta.
Si el/la niñ@ tiene 1 año o menos, podemos evaluar la alternativa de no
ahondar en la experiencia, pero si es mayor es probable haya sumado a lo
que presenció un poco de imaginación, por lo que no es recomendable hacer de
cuenta que nada pasó y dejar que simplemente el tiempo haga que la experiencia
se olvide. Por el contrario abordar la situación con calma es lo ideal. Cada
caso es único, porque obviamente no es algo planeado. Pero es importante que
el/la niñ@ entienda que lo que vio/escuchó no fue algo violento, sino que son códigos
distintos a los que está acostumbrado para demostrar cariño entre una pareja de
adult@s.
Debemos hacer un esfuerzo por estar serenos y no ponernos nerviosos al
hablar, porque queremos transmitir un mensaje que no es terrible, ni prohibido:
las relaciones sexuales son placenteras, amb@s participantes se involucran
activamente por su propia voluntad. Podemos explicar que nos sentimos un poco
avergonzados porque es algo que nos gusta mantener privado, como otras cosas
también se reservan a la intimidad. Para cada caso, debemos evaluar las
particularidades y sincerarnos diciendo lo que pensamos.
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