jueves, 16 de mayo de 2013

La moda de parecer personas “abiertas”

Este pequeño artículo invita a reflexionar sobre la nueva moda de ser padres y madres “abiert@s”. Hoy en día está bien visto ser padres/madres cancher@s, con mucha onda y una visión posmoderna del mundo que les permite comprender y aceptar la diversidad entre los seres humanos.

Según mi opinión, esta moda se parece un poco a la moda “verde” eco-amigable: ambas  tienen una buena intención, pero no siempre van de la mano de la moral personal. No es algo malo que esté de moda un buen concepto, el problema es que a veces nos cuesta amoldarlo a nuestra ideología y apropiarnos de él.

Está buenísimo ser abiertos, pero debemos permitirnos conocer nuestros límites. Aceptar la diversidad y las distintas formas de vida que se encuentran en nuestra sociedad es algo importante, pero llegar a eso necesita de un proceso interno. Cuando nos encontramos con una persona o un grupo que toman decisiones extremadamente diferentes a las nuestras, hay que analizarlas con cierta profundidad, y cuestionarnos por qué es tan distinto lo que hacen, si estamos de acuerdo con esas prácticas, si se lo permitiríamos a nuestr@s hij@s (en el presente o en el futuro), por qué si o por qué no, etc. Este cuestionamiento nos facilita apropiarnos de la diversidad y hace que nuestra aceptación sea más auténtica. Incluso puede ayudarnos a establecer límites, conocer hasta dónde respetamos o toleramos la diferencia.

Otro ejemplo diferente, es en el área de la equidad de género. Dónde para mí, sí está bueno ser (y no parecer) abiertos. En mi experiencia personal como tallerista, me he encontrado con la situación de padres y madres que defienden la equidad de género en el juego, pero cuando se abre la discusión es frecuente que aparezcan controversias en lo que respecta a los juguetes que se encasillan en “para nena” o “para varón”. Habitualmente se acepta que los niños juguen con muñecas o las niñas con pistas de autos en el jardín o en casas de prim@s o compañerit@s, pero cuando se profundiza en la discusión la mayoría admite que no está dispuesto a comprar este tipo de juguetes para sus hij@s. Aquí se confronta la moda de que “está bien darle libertad al niñ@”, con los valores (tal vez infundamentados) de que: “los varones no juegan con muñecas” o viceversa. En este caso, yo propongo el ejercicio de pensar por qué aceptamos la moda de ser “abiertos”, ¿No es lógico que l@s niñ@s merecen la libertad de escoger sus juguetes? ¿Por qué no permitirles un juego sano?  ¿Cuál es el problema de comprar muñecas para varones? ¿Va en contra de nuestros valores, o nos da más miedo el “que dirán”?

Las situaciones donde se confrontan ideas y no estamos convencidos si una práctica es buena  o mala son oportunidades para conocernos mejor y explorar dentro nuestro qué es lo que en realidad pensamos.


¿Recuerdan si alguna vez estuvieron en esta situación?

1 comentario:

  1. Soy psicoanalista y mamá de un niño. Quería agregarte algunos comentarios que me fluyeron al leer tu artículo…

    Tesoros teóricos de genios en la materia, el psicoanálisis:
    1. Freud, padre de este modelo teórico, aportó la idea de que los chic@s juegan para hacer activo lo que vivencian pasivamente. Así, poniendo un ejemplo sencillo, un chic@ que va al peluquero y le es cortado el pelo; luego repite la escena pero con la ventaja de poder ser protagonistas, iniciadores de la propuesta. Luego la repetición del juego, le resulta un medio de elaboración.

    2. Winnicott, otro prestigioso psicoanalista (y pediatra) expuso el valor creativo del juego, que resulta una creación propia. Se constituyen nuevas reglas, que habilitan a entrar y salir del juego. Resulta un fenómeno transicional que permite la aparición de una realidad inédita, que incluye aspectos del mundo interno (de sus pensamientos y fantasías) y del mundo externo. Así, poniendo otro ejemplo, los niños en el juego dramático se apoyan en elementos que observan (y se identifican probablemente) y crean escenas donde juegan a...Es un “como sí” que les permite armar algo propio.

    3. Por todo esto jugar es siempre saludable para cualquier chic@. Por el contrario, un chic@ que no juega, porque no puede (y no porque no quiere), es preocupante.

    Ahora como mamá me gustaría contar mi experiencia

    Cuando F. nació se le ofrecieron diversos juguetes para que pueda explorar y estimular su desarrollo. En principio no hubo tal conflicto de género, ya que los juguetes de primera infancia suelen ser para chic@os (pelotas blandas, sonajero, elementos de goma eva, etc.).

    El juego inicial se da con mamá, en el contexto del amamantamiento. Primeros intercambios, contacto, palabras, miradas y olores. Fue genial… Eso permitió la llegada del juego con las manos y con la mirada, “No está F., dónde está?” , -“acá está”. Un cuerpo se fue libidinizando, cargando de emociones y de un sentido. Y apareció F!

    F. ya tiene casi dos años. Juega libremente, re-corre, explora. Aparece plenamente la creatividad, inventa juegos donde no estaban pensados, transforma una cuchara en un teléfono o una hoja en una pista de autos.
    Y es en ese momento donde elegimos dejarlo acercarse a los juguetes libremente.

    Como viñeta en casa tenemos a “Agus”, el bebé que fue elegido con mucho amor en el supermercado…F. pide la compañía de Agus a distintas actividades (adaptación del jardín, visitas al pediatra, vacunación, etc.). ¡Cambió la vida de F. y de todos en casa!

    * Aportes teóricos se puede encontrar en S.Freud “Más allá del principio del placer” (cap. II) y D.Winnicott “Realidad y juego”.

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