Yo defiendo el uso de la verdad, cuando nos dirigimos a personas de
todas las edades. Pero siempre hay que tener criterio antes de exponer
información, y evaluar si esta puede ser perjudicial para una persona, si puede
ser violenta, dañina, confundir a la persona, etcétera. Más aún si el
interlocutor es un/a niñ@. Un filtro con buenas intenciones, que proteja a l@s
pequeñ@s y favorezca su desarrollo saludable es una herramienta esencial para
la crianza respetuosa.
Hay muchas situaciones en las que dudamos que cosas podemos decirles a
nuestr@s hij@s, cuales van a comprender, cómo van a reaccionar, etcétera. Mi
opinión es siempre pensar en el bienestar de el/la niñ@. Algunas situaciones en
las que no pensamos en ell@s, y ocultamos la verdad para protegernos a nosotros
mismos no son recomendables. Un ejemplo es evitar el uso de la verdad para no
ser juzgados. Otra situación no recomendable es cuando subestimamos su
capacidad de comprensión. Explicar algo a un/a niñ@ aunque no comprenda la
totalidad de los aspectos, es productivo porque ell@s alcanzan su propio
umbral, valiéndose del mayor nivel de complejidad de la información que les es
posible. Probablemente, si tienen dudas pidan más detalles o que se repita
alguna parte de la explicación. En caso de que consideremos que los asuntos son
complejos, podemos preguntarles que han comprendido, pedirles que ell@s mism@s
expliquen la situación a un tercero, o retomar los temas más adelante para
asegurarnos de que no haya mal entendidos fatales.
En cuanto a las situaciones donde sí se justifica “guardarnos” la
información, son aquellas que refieren a situaciones exclusivas del mundo
adulto como pueden ser peleas de pareja complejas y motivos de divorcio,
situaciones legales particulares; situaciones violentas y o devastadoras a
nivel emocional; y situaciones en las cual demos motivos a el/la niñ@ se
pueda ver agredido innecesariamente.
Me gustaría recibir sus opiniones/experiencias acerca de este tema.
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