Jugar es una
de las mejores actividades del mundo. Según la Real Academia Española es: “Hacer
algo con alegría y con el solo fin de entretenerse o divertirse.” Por
eso para mí hay que estar comprometido con el juego, y dejarlo entrar en
nuestras vidas. Lo que podría de decirse: JUGAR EN SERIO.
Cuando
estamos jugando hay muchas más cosas válidas que en nuestra rutina, podemos
usar nuestra imaginación para asumir el rol de distintos personajes, viajar por
el mundo, tener un millón de amigos, y ser capaces de hacer y deshacer a
nuestro antojo infinitas cosas. Por eso estimular el juego de forma habitual
es algo muy saludable, incluso espacios de juego dónde participen tanto niñ@s
como adult@s.
El juego
nos permite conocer mejor nuestro cuerpo y nuestra mente. Si jugamos mucho y de
forma habitual, aprendemos dónde están nuestros límites -hasta dónde podemos
llegar. En esta experiencia placentera de juego se aprenden muchas cosas, pero
en este artículo me gustaría mencionarles la importancia de jugar teniendo en
cuenta la equidad de género (tanto en el jardín como en casa).
La palabra “género”
tiene un significado que a veces se confunde con lo que es el sexo biológico
(varón y mujer), pero en realidad es una palabra que sirve para describir los
comportamientos y las características asignados socialmente a varones y
mujeres. El género femenino agrupa las
características y el comportamiento que son
“propios de una mujer” y viceversa. Existen colores, trabajos, prendas de vestir,
deportes y hasta juguetes que son femeninos o masculinos en su concepción. Pero
no es un asunto de biología sino de cultura. Las mujeres no prefieren el color
rosado al azul, ni los hombres jugar al futbol en lugar de bailar ballet por su
instinto. Y las decisiones que toma un/a niñ@ a la hora de jugar deberían ser
lo más libres posibles.
Propongo desconstruir un poco estos valores rígidos de género que tanto nos
encasillan, y estimular a l@s pequeñ@s a jugar con todo tipo de juguetes (desde
muñec@s, autos, aviones, superhéroes, pelotas, disfraces, etc) para que decidan
cuáles son los que les avivan y cuáles no. Hay miles de otras clasificaciones más prácticas
para los juegos y juguetes que “de nena y de varón”, porque al fin y al cabo no
hay cosas que sean propias de una nena o de un varón de por sí.
Brindarles
esta posibilidad va a ayudarlos a elegir en un futuro con más libertad los
roles que quieran asumir. Siguiendo sus propios deseos, y por ejemplo eligiendo
una profesión de acuerdo a su voluntad.
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