domingo, 30 de marzo de 2014

Una persona ejemplar

Hoy traigo a reflexión un tópico que está presente en muchos de mis artículos: el concebirnos como personas ejemplares (en el sentido más literal de la palabra).

Debido a que somos, sin escapatoria, personas ejemplares para l@s niñ@s de nuestro entorno, creo que debemos hacer revisión de nuestras acciones y nuestras rutinas continuamente. Es decir que debemos juzgar asiduamente cuanto se aproximan o se distancian nuestras acciones de nuestras ideas de actitudes honradas.

Cuestionarnos el modelo que ofrecemos al mundo, pero principalmente a nuestr@s pequeñ@s. Ya que nuestros pensamientos e ideas no inspirarán a l@s niñ@s, ese poder solamente lo tiene nuestra actitud.

Algunos puntos en los que deberíamos proponernos aumentar la concordancia entre el plano de las ideas y de las acciones para sostener un modelo ejemplar del que estemos más orgullosos:


  • El tiempo que le dedicamos a diferentes actividades (sociales/juegos/tecnología/aire libre/trabajo/quehaceres)
  • El uso de violencia verbal que la sociedad ha ido incorporando y naturalizando a pesar del gran perjuicio que provoca
  • La categorización de personas de forma no intencional, asignando juicios de valor a cada categoría categorías: etnias, estilos de vida, vestimenta, empleos, clases sociales, gustos, etcétera.
  • La veneración de características personales o grupales que socialmente son admiradas y no representan ninguna ventaja cuando se analizan puntualmente. Por ejemplo, la contemplación de características como la delgadez, la piel bronceada o el cabello rubio, como mejores que sus complementarias.




Me gustaría escuchar sus opiniones y propuestas para alcanzar la coherencia ideales-acciones. En qué otros puntos proponen que deberíamos replantearnos nuestras actitudes?


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