Hoy traigo a
reflexión un tópico que está presente en muchos de mis artículos: el concebirnos
como personas ejemplares (en el sentido más literal de la palabra).
Debido a que somos,
sin escapatoria, personas ejemplares para l@s niñ@s de nuestro entorno, creo
que debemos hacer revisión de nuestras acciones y nuestras rutinas
continuamente. Es decir que debemos juzgar asiduamente cuanto se aproximan o se
distancian nuestras acciones de nuestras ideas de actitudes honradas.
Cuestionarnos el
modelo que ofrecemos al mundo, pero principalmente a nuestr@s pequeñ@s. Ya que
nuestros pensamientos e ideas no inspirarán a l@s niñ@s, ese poder solamente lo
tiene nuestra actitud.
Algunos puntos en los
que deberíamos proponernos aumentar la concordancia entre el plano de las ideas
y de las acciones para sostener un modelo ejemplar del que estemos más
orgullosos:
- El tiempo que le dedicamos a diferentes actividades (sociales/juegos/tecnología/aire libre/trabajo/quehaceres)
- El uso de violencia verbal que la sociedad ha ido incorporando y naturalizando a pesar del gran perjuicio que provoca
- La categorización de personas de forma no intencional, asignando juicios de valor a cada categoría categorías: etnias, estilos de vida, vestimenta, empleos, clases sociales, gustos, etcétera.
- La veneración de características personales o grupales que socialmente son admiradas y no representan ninguna ventaja cuando se analizan puntualmente. Por ejemplo, la contemplación de características como la delgadez, la piel bronceada o el cabello rubio, como mejores que sus complementarias.
Me gustaría escuchar
sus opiniones y propuestas para alcanzar la coherencia ideales-acciones. En qué
otros puntos proponen que deberíamos replantearnos nuestras actitudes?
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