El establecimiento de límites en la crianza tiene un rol crucial para el
desarrollo saludable de l@s niñ@s. Tod@ padre/madre se ha preguntado alguna vez
¿Dónde van esos límites? ¿Cuán rígidos o flexibles deberían ser?
Y esas preguntas ayudan a determinar qué límites ponemos. Hay que pensar
en el que estos son esenciales para el bienestar de l@s hij@s. Ahora, es
importante que una vez decididos estos sean respetados por todas las personas a
las que hagan referencia (sean subir o no una escalera, los horarios de la
rutina, no hablar con un extraño o lo que sea!). Las excepciones tienen que
estar verdaderamente justificadas. Por ejemplo, podemos acostarnos más tarde de
la hora límite si hay un cumpleaños o un festejo, de lo contrario hay que
respetar el horario.
Para esto se necesita firmeza. Evoco aquí las bases de la disciplina
positiva: firmeza y amabilidad. En las primeras etapas de la infancia los
límites deben ser establecidos en su mayoría por l@s adult@s, y poco a poco se
debe incorporar la opinión de l@s niñ@s en un diálogo de intercambio.
Idealmente esto se da hasta que se establecen en conjunto, y luego el adult@ va
teniendo cada vez menos participación durante la adolescencia, hasta que el/la
joven puede tomar sus propias decisiones completamente autónomas.
Al establecer límites firmes, se genera un espacio virtual en el
Universo dónde el/la niñ@ puede ser completamente libre. Este espacio es un
“lugar” seguro, porque lo construimos junto con seres que nos aman, está
especialmente diseñado para el bienestar. En el inconsciente el/la niñ@ juega
más cómodo dentro de este espacio, ya que sabe que corre menos riesgos y tiene
menos miedos. Aunque en algunos momentos el/la niñ@ puede dudar de esto, lo más
probable es que en el fondo, confíe en que las cosas que no está autorizado a
hacer tienen un posible impacto negativo.
No debemos utilizar las frases de tipo “Más adelante comprenderás porque
no te permito hacer tal cosa”, o “Cuando seas padre/madre me dirás que yo tenía
razón”. Las experiencias previas y futuras posiblemente le ayudarán a entender
el motivo de nuestras actitudes en algún momento dado. Aunque también está la
posibilidad de que nuestr@s hij@s en su adultez estén en desacuerdo con algunas
de nuestras decisiones previas, ellos tendrán que aceptarlas: ya que cada ser
tiene una moral propia. Otra cosa a tener en cuenta, es que debemos
asumir que existe la posibilidad de equivocarnos, por eso los límites deben ser
evaluados frecuentemente, y tenemos la posibilidad de modificarlos.
¿Han tenido experiencias donde los límites sean un problema?
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